lunes, 20 de enero de 2014

¿Qué es el socialismo?

¿Qué es el socialismo? Por: Santiago Parodi

El socialismo trasciende y se basa en ideas, en la praxis científicamente aplicable, en contener una identidad rebelde yrevolucionaria, pero también precisa de un cúmulo de razón para no dejarse llevar por la pasión y sentimentalismo excesivo. Es la lógica del devenir, del replanteo histórico y del poder de las ideas por encima de los hombres. El socialismo no se enamora de los hombres y sus formas, se enamora de los ideales, de la moral y el accionar colectivo. No articula lazos con la jerarquía militar, con la injerencia autoritaria y el adoctrinamiento demagógico. Fomenta la participación, la transparencia y la elevación humana a través de la educación.

Los socialistas somos fruto de luchas sociales, de situaciones de explotación, de traspiés históricos, de piedra fundacional de la izquierda en la Argentina, pero siempre teniendo presente a la Constitución, a los trabajadores, a los más necesitados, porque como dijo José Ingenieros “sin ideales sería inconcebible el progreso”. Es decir; Los ideales socialistas trascienden el tren de la historia para acudir a un presente expectante.

El socialismo no debe acudir al personalismo, al paternalismo, al populismo ni acercarse a formas que tergiversen el verdadero sentido de la doctrina socialista. No debe ser utilizado para fines personales en detrimento del hecho colectivo. Caer en la trampa de la idolatría y el vendaval mediático propagandístico es negar el camino de nuestra historia.

El populismo, no deja ser un arma de doble filo bajo el tapete del adoctrinamiento y alienación discursiva. No tiene otra dirección de forjar una retórica del culto al líder bajo la impronta del camuflaje socialista, mientras sobrevuela en sus sombras las figuras del autoritarismo, clientelismo, ausencia de dialogo, opresión a una verdadera democracia participativa en detrimento de una democracia delegativa y un esquema propagandístico sofocante en la sociedad.

El concepto de revolución es el progreso, como dice Esteban Echeverría en el dogma socialista; Es la América, creyendo que podía mejorar de condición se emancipó de la España: desde entonces entró en las vías del progreso.

No debemos negar nuestra identidad ni nuestra concepción socialista, ni mucho menos debemos reemplazarla bajo el encuadre del concepto progresista. Ser progresista significa no reconocernos como socialistas, significa una negación de nuestro yo. Significa abandonarnos y dejarnos inmersos de un nuevo atropello a nuestra razón como socialistas.

En política exterior los socialistas siempre tuvimos nuestras disputas, el eterno desencuentro internacionalista, la idea latinoamericanista y el simple revuelo por pertenecer a grupos o foros que hoy en día son medios lucrativos del afán capitalista. Hoy en día, la actualidad y el siglo 21 adquieren relevancia en la orientación de una brújula que enmarque hacía donde queremos dirigir nuestros enclaves a nivel internacional. No en vano, muchos socialistas se sienten necesitados de expresar una nueva filosofía que revea la orientación internacionalista del partido hacía destinos latinoamericanistas, y mucho más de dejar de vanagloriar a una internacional socialista actual alejada de los valores de Juan B. Justo, Alfredo Palacios, Guillermo Estévez Boero y José Ingenieros.

Necesitamos remediar y replantear los apoyos y las simpatías que se sustraen en los raid mediáticos. Debemos aprender de la historia y de nuestro pasado como partido, de lo que era y lo que fue la Unión Democrática en la Argentina.

Se debe escuchar, consensuar y aprender de las bases, porque son la esencia de un partido político. La sangre joven y la experiencia del pasado debe ser una conjunción de ideales y de praxis política que se enmarquen en un destino común, como también encuentros que trasciendan más allá de la decisión de unos pocos. De nada sirve encerrarse en la comodidad de las altas planicies dirigenciales y no oír el contenido discursivo de la militancia que también tiene una voz que necesita ser escuchada.

No hay que olvidar los lineamientos y los enfoques trazados por José ingenieros y Alfredo Palacios en 1925, año en donde se conforma una agrupación llamada “Unidad latinoamericana” cuyo propósito fundamental consistía en orientar a las naciones de América Latina hacia una Confederación que garantizara su independencia y libertad contra el imperialismo de los Estados capitalistas extranjeros, uniformando los principios fundamentales del derecho político y privado, y promoviendo la creación de entidades jurídicas, económicas e intelectuales de carácter continental (latinoamericano).

De más está decir que las diferencias, fortalecen el accionar colectivo, generando un ámbito de mayor democracia participativa, pero no se debe olvidar el significativo rol del respeto y el libre intercambio de ideas.

Por ello, más que nunca hay que incentivar la reflexión, la formación, el consenso y la participación para forjar un socialismo fortalecido e inclusivo y como dijo Alfredo Palacios "La política es una disciplina moral, tiene un contenido ético y, si no, es una cosa despreciable".

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