martes, 9 de julio de 2013

Los reflejos de una tragedia anunciada



          En Buenos Aires aún resuenan aquellos vestigios del 22 de Febrero de 2012, cuando una formación de la Línea Sarmiento chocó en la Estación de Once, provocando 52 muertes y más de 800 heridos. Un año después en la histórica Plaza de Mayo, se recordó a las víctimas, a la ausencia de responsables, al rol del Gobierno Nacional y a la impunidad manifiesta que rodea a la causa.
         Unas 10 mil personas se hicieron presente en el lugar, para demostrar que el compromiso ciudadano y la memoria son dos íconos irremplazables en una sociedad Argentina, que desde el regreso de la democracia se ha tornado hacia esas esferas.
         La plaza fue un ejemplo para la realidad política argentina, donde se podía apreciar figuras de la izquierda combativa y de derecha liberal unidos bajo una misma consigna. Es decir, respeto, convivencia y articulación de ideas como modelo a seguir en una Argentina dividida e inmiscuida en el blanco o negro cotidiano.
         El acto central comenzó pasadas las 19 horas, con los discursos de los familiares de las víctimas de la masacre de Once y un documento final elaborado por los mismos, a fin de revelar un mensaje común. Los discursos tuvieron una impronta muy marcada por el sentimiento del ser querido perdido, un discurso retorico de búsqueda de justicia y la incansable consecuencia de luchar por la verdad. Mientras tanto al mismo tiempo que transcurría el acto en Plaza de Mayo, a pasitos del lugar se encontraban las luces encendidas de la Casa Rosada. Precisamente, la Presidenta Cristina Kirchner estaba allí para apreciar que hay otra realidad más allá de lo que pueden llegar a decir los medios y los pasquines oficiales de turno.
         “De Vido asesino”, “Justicia”, “Corruptos” fueron las consignas que se repetían y se aplaudían con persistencia. Quizás sean reflejos de la impunidad manifiesta que siente cada ciudadano al percibir el rol de la justicia en nuestro país y mucho más cuando en el medio se encuentran el poder ejecutivo, empresarios poderosos y sindicalistas millonarios.
         Párrafo aparte para los chiflidos que recibieron la Presidenta y su Gobierno. Si hacemos un repaso por los casi 10 años de Kirchnerismo y mucho más si ponemos la vara en 2011, donde CFK fue reelegida con el 54% de los votos y con una imagen positiva que alcanzaba el 70%, era impensable encontrarnos con una plaza de mayo colmada y mucho menos que se repudiara a la presidenta y al accionar de su Gobierno. ¿Por qué la Plaza de Mayo y los familiares de las víctimas fueron críticos y se sienten defraudados por el Gobierno Nacional?
         Una de esas razones ha resultado ser, no dar cuenta de sus responsabilidades ante tragedias donde el gobierno kirchnerista tuvo implicancias directas e indirectas, no haber atendido inmediatamente a los familiares de la tragedia de Once, haberse llamado a silencio durante días como resultado de una acción política especuladora, el haber mantenido durante meses a funcionarios implicados e imputados en la causa y no haber cortado la concesión del Sarmiento a TBA de los hermanos Cirigliano, entre otras, fueron acciones que calaron hondo en los familiares y en la opinión pública, que pudo reflejarse en una caída sostenida de la imagen pública de la presidenta y su Gobierno.
         Mucho más si tomamos en cuenta el accionar de la Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, en la tragedia del boliche Kiss en Santa María, donde también hubo que lamentar cientos de muertos y heridos. Rousseff a diferencia de CFK se puso a disposición el mismo día que ocurrió el hecho, se contactó inmediatamente con los familares, dispuso de todas las herramientas estatales para brindar contención y resguardo a  la gran cantidad de heridos y no tuvo que especular si medía más o perdía por la cantidad de imagen pública para accionar o llamarse al silencio.
         Quizás en ese ejemplo de formas, de accionar y de mostrarse ante una tragedia social, se ve la verdadera cara de un gobierno que pretende la verdad, la memoria y la justicia y otro que pretende el silencio, la impunidad y el poder eterno. Los reflejos de una tragedia anunciada yacen en los corazones de los 40 millones de argentinos, esperando que la justicia Argentina logre atravesar sus miedos y sus presiones internas para dar cuenta de la verdad y dejar tras las rejas a los responsables directos e indirectos de la masacre de Once.

Santiago Parodi

Politólogo y Periodista

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